
En la Calle Pavaneras, a la entrada del Barrio del Realejo, conocido en época nazarí como al-Fajjarin (Arrabal de los Alfareros) se yergue, como un bastión inexpugnable La Casa de los Tiros.
Tras la conquista cristiana y la demolición de la judería, se produce, en aquella zona, el asentamiento de importantes familias que acompañaron al ejercito cristiano durante la conquista del Reino.
Entre ellos se encuentra Gil Vázquez de Rengifo, natural de Ávila, que adquiere a Juan de Gamboa, en 1514, un conjunto de casas, que se hallan adheridas a la mezquita del barrio, denominada Gima-Aben-Gimar.
Siete años más tarde compra también la mezquita, la transforma y la dona a las autoridades eclesiásticas.
Será la Iglesia de Santa Escolástica (ya desaparecida).
En aquel conjunto de casas, Gil Vázquez Rengifo construye, entre 1530 y 1535, un singular edificio, cargado de simbolismo, al que se conoce, por los mosquetones que asoman de sus almenas, como “Casa de los Tiros”.
Rengifo y Venegas
Alrededor de 1540 casa a su hija, María Rengifo Dávila, con Pedro II de Granada Venegas, descendiente de la familia real nazarí.
Pedro, además de la vivienda, heredó de su suegro el título de “alcaide del palacio del Generalife” cuando Vázquez de Rengifo se lo cede, con el plácet del Emperador Carlos V, que además, transforma el “Señorío de Campotéjar” en marquesado.
En el s. XVIII, el Estado inicia una política de recuperación del patrimonio y, en 1826, Fernando VII comenzó a pleitear con la casa de Campotéjar para reclamar la propiedad del Generalife.
El pleito concluye en 1921, cuando tanto el Generalife como la Casa de los Tiros pasan a propiedad estatal.
Los Marqueses de Campotéjar, perdido el pleito, ponen la única condición de que la Casa de los Tiros se convierta en museo de la ciudad.

Francisco de Paula Valladar y, posteriormente, Gallego Burín, son los encargados de llevar a cabo este compromiso y hacer realidad que los granadinos hoy podamos disfrutar de un espacio de tan singulares características.






Todo el conjunto está realizado en madera dorada y policromada.
Formado por 32 bajorrelieves, apoyados en grandes vigas y zapatas, representando un tablero de ajedrez.
Siendo un homenaje a aquellos que lucharon por conseguir la unidad de España, desde Alarico a Carlos V que la elevó a la categoría de Imperio.
Bajo la figura de cada uno se describen las hazañas que los hicieron famosos.
Los frescos ubicados en las paredes representan a héroes y guerreros, y hay cuatro tondos con las figuras en relieve de heroínas de la Antigüedad.

Los Granada-Venegas
Pedro II de Granada Venegas (y Hurtado de Mendoza) era nieto de Cidi Yahya Alnayar, Infante de Almería y alcaide de Baza, que se posicionó al lado de los Reyes Católicos durante el asedio a Granada.
Estos le entregaron la ciudad de Baza y colaborando en la rendición de la capital, por lo que fue considerado un traidor por su gente.
Cuando marcha la familia real, se bautiza con el nombre de Pedro de Granada y su mujer, Cetti Meriem, con el de María Venegas, dando lugar a la saga de los Granada-Venegas, familia de gran renombre en nuestra ciudad.
Con el matrimonio de María Rengifo y Pedro II, se unen la aristocracia musulmana del reino nazarí, representada por los Granada-Venegas, con la aristocracia castellana (Gil Vázquez Rengifo, comendador de Montiel y alcaide del palacio del Generalife).
La simbología de su fachada
Gil Vázquez de Rengifo construye su casa como un torreón inexpugnable, preparado para defenderse con los mosquetes que asoman por sus almenas y repleta de alegorías que nos hablan del corazón y de la guerra.
Se trata de un singular edificio con fachada de cantería.
Distribuidas sobre ella 5 esculturas en alto relieve, las dos de la parte superior corresponden a Jasón y Héctor troyano, las de la inferior a Hércules, con Cerbero a sus pies, y Teseo, y en el centro, con traje de heraldo y portando el escudo de los Rengifo, el dios Mercurio, que representa al dueño de la casa.
No sabemos el porqué del deterioro de esta estatua que, hasta los años 70, según dicen, se encontraba en bastante buen estado.


Continúa una serie de elementos de marcado carácter simbólico.
Sobre el vano de la puerta de entrada una espada con el lema “el corazón mandæ” (con la dualidad de ir unidas la a y la e).
Los 3 elementos
Los otros elementos son 3 aldabas de bronce, distribuidas a lo largo de la fachada, sobre la puerta de entrada, que se anclan a la pared mediante corazones:
A la izquierda una triangular, en la que se lee: “El (corazón) manda. Gente de guerra ejercita las armas”;
En el centro una cuadrada, en cuyos bordes se lee: “El (corazón) se quiebra hecho aldaba llamándonos a la batalla”
Y, por último, una octogonal, en la que hay escrito: “Aldabas son que las da Dios y las siente el (corazón)”
Como se puede observar en la ampliación de la plataforma de Ambrosio de Vico, hacia el año 1590, la Casa de los Tiros está perfectamente dibujada en todos sus detalles y lo que aparece frente a ella es la segunda catedral de Granada, que ocupaba parte de la actual Plaza del Padre Suárez.
Construida tras el Convento de San Francisco, casa grande, hoy sede del MADOC.

El Museo
El Museo de las Casa de los Tiros se distribuye en 12 salas y está prácticamente dedicado a la Granada del siglo XIX: paisajes, costumbres, artes industriales, etc.
Con un amplísimo repertorio de documentación, fotografías y objetos que nos transportarán a esa época tan cercana y tan desconocida para muchos de nosotros.
Una de las cosas que me gustó aprender fue la existencia del oficio de “lañaor”.
Antes, cuando algo se rompía no iba a la basura… intentaba arreglarse, porque era más barato. Los lañadores ponían lañas a platos, lebrillos, jarrones… dejándolos listos para volver a usarse. Con la precisión de un cirujano…


Y, para terminar con este paseo por nuestra historia del siglo XIX, os comento, para que podáis salir al paso de los maledicentes:
Que “en el siglo XIX la vida en Granada era tan barata que llegó a ser conocida como la “tierra del ochavico” porque casi nada en ella costaba más de esa cantidad”.

Abierto de martes a domingo. En verano solo por la mañana. Entrada gratuita
Por “Carmen Pérez”
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