
Nació en 1805 como uno de los pioneros en España.
Allí descansa Ganivet, Melchor Almagro, Seco de Lucena y aquí se rodó la película biográfica de Óscar Wilde; Joaquina Eguaras, la Tortajada o el Doctor Olóriz se cuelan en su ilustre reposo.
Esculturas neogóticas juegan al despiste con los restos del “Verne” español, Emilio Herrera. O con las cenizas olivareras de Manuel Ángeles Ortiz.
El Panteón más antiguo es de 1837 y tenemos nuestra Bella Durmiente, la “novia eterna” y hasta un palacio medieval, que es protagonista del romance fronterizo más conocido.
Asoman todavía los restos de los Alixares, en el recinto del camposanto. Alejado, paisajístico y con el techo de la Península como telón de fondo.
Es el cementerio de Granada, como una publicación alemana inmortalizó en 1919, hace ahora un siglo.
Levedad a los que amaron, lucharon, defendieron, engrandecieron, sumaron y suspiraron por la misma tierra que ahora, los abraza hasta la eternidad.
Por “David Rodríguez Jiménez-Muriel”
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