
Pues no fue un año aburrido, no.
Se fundó el Museo Arqueológico y los intelectuales granadinos consiguieron del Gobierno la aprobación para restaurar el Arco de las Orejas, pero al final fue desmontado.
Antes de acabar el año, un incendio destruía una de las arquitecturas más potentes y estéticas de Granada, la Casa de los Miradores, llevándose con él legajos y documentos que servirían hoy día para reescribir nuestra historia.
Ese año Francisco Pradilla se instaló en Granada para hacer todo un esfuerzo arqueológico y poder pintar fidedignamente “La rendición de Granada” o “El suspiro del Moro” y nacía Emilio Herrera, el padre de tanto y al fin, en el lugar que merece.
Ese mismo año, embelesado de granadinismo, Ruperto Chapí componía el primer movimiento de su Fantasía Morisca que tituló: “A Granada”.
Hay 73.000 habitantes y es alcalde Indalecio Abril León.
Estamos en 1879 y todavía los Ganivet, muelen en su casa y venden harina.
Joaquín Ruiz Vernacci, puede que el mayor coleccionista de fotografía de toda la historia de España (su colección de 50.000 fotos forma el Instituto del Patrimonio Cultural de España en la Ciudad Universitaria de Madrid) compró esta instantánea con la forma de Laurent, tomada hace 140 años.
La calle Oficios parece de barro.
Al Colegio de San Fernando aún le quedan 39 años de vida y la Madraza, que ya no es Ayuntamiento tampoco, centra el interés de la foto. Y todo tiene un por qué: el edificio vivió entre 1722 a 1729 la remodelación de su exterior, con esta fachada barroca tan característica, de modo que se estaban cumpliendo 150 años de su inauguración.
Ese mismo año un joven Antonio Almagro daba a conocer su libro “Inscripciones Árabes de Granada” (recogiendo las muchas de esta vieja Universidad) y adquirida por particulares, esta joya del patrimonio y sobretodo de la Historia, luce sus cortinas tan románticas y propias.
Por “David Rodríguez Jiménez-Muriel”
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